lunes, 15 de julio de 2013

La batalla del Ali Sami Yen


Francia era la favorita para imponerse en la final del Mundial Sub-20 y ganó, sí, pero lo hizo en los penaltis y después de sufrir y de tener luchar hasta la extenuación contra un equipo que planteó una desagradable guerra de guerrillas. El equipo galo no pudo con Uruguay durante un partido de mucho desgaste. Solo en los penaltis fue superior Francia. Durante los 120 minutos de juego el partido fue igualado, luchado de tú a tú. La artillería pesada francesa no pudo abrir brecha en la fortificada defensa de Uruguay que propuso una auténtica batalla.

Francia llevó el peso del partido, no tanto por voluntad propia como por deseo de Uruguay que renunció desde el principio a controlar el balón, más preocupada por defender en grupo y por buscar la portería gala en rápidas transiciones con pocos jugadores para evitar el desorden. Los franceses basaron su juego en la fuerza y en el empuje de sus jugadores más que en las combinaciones y en la habilidad. Las arrancadas poderosas de Pogba, las carreras en velocidad de Bahebeck, o los balones largos a Sanogo eran más frecuentes que las jugadas de toque entre los habilidosos Thauvin y Vertout. Pero ninguna de estas acciones consiguió crear verdadera inquietud en el equipo sudamericano. El empuje no le funcionaba a Francia porque enfrente tenía a un conjunto preparado para la guerra. Quizás los charrúas fuesen un poco inferiores individualmente tanto técnicamente como en el cuerpo a cuerpo pero suplieron esa desigualdad con un sentido colectivo sobresaliente, unas ayudas constantes al compañero y una entrega total de todos y cada uno de los jugadores. Si Pogba se imponía a Fede Gino, ahí estaban Leo Pais, Cristóforo o Giménez para dificultar el avance del jugador de la Juventus y acabar recuperando el balón. Así, Francia se mostraba incapaz de superar a la numerosa defensa uruguaya. Era incapaz de sobrepasar el 4-4-1-1 planteado por Verzeri, sistema que en algunas fases defensivas evolucionaba a un 5-4-1 con Pais ocupando el lateral derecho y Nico López bajando a tapar al medio. En contra de lo que la teoría invitaba a pensar, Uruguay fue el equipo que más peligro llevó en el primer periodo, y lo hizo con una fórmula sencilla: rápidos contraataques ejecutados en pocos toques aunque estos fueron finalizados de manera deficiente por el hiperactivo Nico López.

En la segunda parte poco cambió el guion del partido. Francia quería pero no podía. Su juego era lento y excesivamente horizontal. Cuando buscaba la verticalidad le fallaba la precisión. Los franceses eran incapaces de encontrar huecos a la espalda de la defensa uruguaya. Y mientras el cuadro celeste seguía a lo suyo: defender, torpedear el avance rival, presionar, morder, chocar, asfixiar... y cuando recuperaban la pelota balón al gigantesco Avenatti, incorporación de Nico López y de uno de los jugadores de banda (casi siempre el zurdo Laxalt) y, rápidamente, a acabar la jugada y a recuperar la posición. La intensidad del partido era tremenda. Los galos derrochando fuerza y los uruguayos, mucho más pequeños y ligeros, sin amedrentarse, yendo al choque con una enorme convicción y saliendo airosos en la mayoría de las ocasiones. El partido estaba muy trabado y los dos equipos solo creaban auténtico peligro en jugadas a balón parado, sobre todo Francia, que la tuvo un par de veces en jugadas de este tipo.

El extremo francés Bahebeck se tuvo que marchar lesionado y dejó su sitio a Bosetti que antes de entrar tuvo sus más y sus menos con Nico López y, al poco de pisar el césped, a punto estuvo de ser expulsado por una leve agresión a Giménez. Bosetti aportó poca profundidad y tuvo un par de ocasiones, una volea cruzada que se fue a las nubes y un disparo forzado que se estrelló en las piernas de un defensor pero, aparte de eso, poca cosa. El técnico uruguayo, Verzeri, dio entrada al mediapunta de Arrascaeta, el jugador uruguayo más dotado técnicamente que se había quedado en el banquillo dejando su lugar en el once inicial al enorme Avenatti. De Arrascaeta estuvo muy activo y participativo. Sus compañeros siempre le buscaron y él supo responder guardando bien la pelota ante las embestidas de los defensores franceses. Con la entrada del mediapunta de Defensor Sporting, que sustituyó al vertical y solidario Laxalt, el sistema defensivo uruguayo no se resintió y su ofensiva ganó en calidad y último pase. Un buen balón interior del mediapunta tras una certera conducción no pudo aprovecharlo Avenatti para batir en el mano a mano a Areola. Aún hubo más balones interiores de de Arrascaeta pero tanto a Avenatti como a Nico López les faltó chispa para cazarlos en posición ventajosa y, o bien cayeron en fuera de juego, o bien se les adelantó la pareja de centrales francesa.

Aunque Francia estaba atascada también tuvo alguna ocasión de haber acabado con el partido en los primeros noventa minutos. Un par de saques de esquina sirvieron para poner el “uy” en la grada y para que se luciera de Amores, el meta uruguayo. Pero donde estuvo colosal el portero uruguayo fue en un disparo con rosca desde la frontal de Veretout tras una internada del lateral Foulquier. De Amores voló para sacar un gol que ya celebraban todos los franceses.

Aunque había poco fútbol, el partido era muy intenso, jugado hasta el límite de las fuerzas. Tanto fue así que cada equipo se vio obligado a hacer dos sustituciones por culpa de las lesiones.



En la prórroga todo siguió igual, poco juego, mucha intensidad y algún acercamiento tímido a la portería rival. Lo más sorprendente de los últimos treinta minutos de partido fue que Markowski, el seleccionador francés, cuando hizo su segunda sustitución retiró del campo a Bosetti, quien, como ya habíamos dicho, había entrado en el terreno de juego hacía una media hora. El joven francés, como era de esperar se fue muy enfadado. Los cambios introducidos en la prórroga de poco sirvieron. No hubo variaciones en el juego y con cero a cero en el marcador se llegó al final del partido. Los penaltis decidirían quién sería el nuevo campeón mundial Sub-20.

Francia, por medio de Pogba, comenzaría lanzando. Gol. Velázquez y de Arrascaeta estuvieron poco decididos y Areola detuvo los dos primeros lanzamientos charrúas. Veretout y Ngando pusieron el 3-1 después de que Olaza hubiese anotado el primer gol uruguayo en el tercer lanzamiento de la tanda. Era el turno de Francia. Si Foulquier anotaba, sería campeona. El galo cogió carrerilla y chutó a la derecha del meta uruguayo que adivinó la intención del lanzador pero su estirada no fue suficiente para desviar el disparo. Gol. Francia se proclamaba campeona del mundo Sub-20 por primera vez en su historia.  

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