Francia era
la favorita para imponerse en la final del Mundial Sub-20 y ganó,
sí, pero lo hizo en los penaltis y después de sufrir y de tener
luchar hasta la extenuación contra un equipo que planteó una
desagradable guerra de guerrillas. El equipo galo no pudo con Uruguay
durante un partido de mucho desgaste. Solo en los penaltis fue
superior Francia. Durante los 120 minutos de juego el partido fue
igualado, luchado de tú a tú. La artillería pesada francesa no
pudo abrir brecha en la fortificada defensa de Uruguay que propuso
una auténtica batalla.
Francia llevó el
peso del partido, no tanto por voluntad propia como por deseo de
Uruguay que renunció desde el principio a controlar el balón, más
preocupada por defender en grupo y por buscar la portería gala en
rápidas transiciones con pocos jugadores para evitar el desorden.
Los franceses basaron su juego en la fuerza y en el empuje de sus
jugadores más que en las combinaciones y en la habilidad. Las
arrancadas poderosas de Pogba, las carreras en velocidad de Bahebeck,
o los balones largos a Sanogo eran más frecuentes que las jugadas de
toque entre los habilidosos Thauvin y Vertout. Pero ninguna de estas
acciones consiguió crear verdadera inquietud en el equipo
sudamericano. El empuje no le funcionaba a Francia porque enfrente
tenía a un conjunto preparado para la guerra. Quizás los charrúas
fuesen un poco inferiores individualmente tanto técnicamente como en
el cuerpo a cuerpo pero suplieron esa desigualdad con un sentido
colectivo sobresaliente, unas ayudas constantes al compañero y una
entrega total de todos y cada uno de los jugadores. Si Pogba se
imponía a Fede Gino, ahí estaban Leo Pais, Cristóforo o Giménez
para dificultar el avance del jugador de la Juventus y acabar
recuperando el balón. Así, Francia se mostraba incapaz de superar a
la numerosa defensa uruguaya. Era incapaz de sobrepasar el 4-4-1-1
planteado por Verzeri, sistema que en algunas fases defensivas
evolucionaba a un 5-4-1 con Pais ocupando el lateral derecho y Nico
López bajando a tapar al medio. En contra de lo que la teoría
invitaba a pensar, Uruguay fue el equipo que más peligro llevó en
el primer periodo, y lo hizo con una fórmula sencilla: rápidos
contraataques ejecutados en pocos toques aunque estos fueron
finalizados de manera deficiente por el hiperactivo Nico López.
En la segunda parte
poco cambió el guion del partido. Francia quería pero no podía. Su
juego era lento y excesivamente horizontal. Cuando buscaba la
verticalidad le fallaba la precisión. Los franceses eran incapaces
de encontrar huecos a la espalda de la defensa uruguaya. Y mientras
el cuadro celeste seguía a lo suyo: defender, torpedear el avance
rival, presionar, morder, chocar, asfixiar... y cuando recuperaban la
pelota balón al gigantesco Avenatti, incorporación de Nico López y
de uno de los jugadores de banda (casi siempre el zurdo Laxalt) y,
rápidamente, a acabar la jugada y a recuperar la posición. La
intensidad del partido era tremenda. Los galos derrochando fuerza y
los uruguayos, mucho más pequeños y ligeros, sin amedrentarse,
yendo al choque con una enorme convicción y saliendo airosos en la
mayoría de las ocasiones. El partido estaba muy trabado y los dos
equipos solo creaban auténtico peligro en jugadas a balón parado,
sobre todo Francia, que la tuvo un par de veces en jugadas de este
tipo.
El extremo francés
Bahebeck se tuvo que marchar lesionado y dejó su sitio a Bosetti que
antes de entrar tuvo sus más y sus menos con Nico López y, al poco
de pisar el césped, a punto estuvo de ser expulsado por una leve
agresión a Giménez. Bosetti aportó poca profundidad y tuvo un par
de ocasiones, una volea cruzada que se fue a las nubes y un disparo
forzado que se estrelló en las piernas de un defensor pero, aparte
de eso, poca cosa. El técnico uruguayo, Verzeri, dio entrada al
mediapunta de Arrascaeta, el jugador uruguayo más dotado
técnicamente que se había quedado en el banquillo dejando su lugar
en el once inicial al enorme Avenatti. De Arrascaeta estuvo muy
activo y participativo. Sus compañeros siempre le buscaron y él
supo responder guardando bien la pelota ante las embestidas de los
defensores franceses. Con la entrada del mediapunta de Defensor
Sporting, que sustituyó al vertical y solidario Laxalt, el sistema
defensivo uruguayo no se resintió y su ofensiva ganó en calidad y
último pase. Un buen balón interior del mediapunta tras una certera
conducción no pudo aprovecharlo Avenatti para batir en el mano a
mano a Areola. Aún hubo más balones interiores de de Arrascaeta
pero tanto a Avenatti como a Nico López les faltó chispa para
cazarlos en posición ventajosa y, o bien cayeron en fuera de juego,
o bien se les adelantó la pareja de centrales francesa.
Aunque Francia
estaba atascada también tuvo alguna ocasión de haber acabado con el
partido en los primeros noventa minutos. Un par de saques de esquina
sirvieron para poner el “uy” en la grada y para que se luciera de
Amores, el meta uruguayo. Pero donde estuvo colosal el portero
uruguayo fue en un disparo con rosca desde la frontal de Veretout
tras una internada del lateral Foulquier. De Amores voló para sacar
un gol que ya celebraban todos los franceses.
Aunque había poco
fútbol, el partido era muy intenso, jugado hasta el límite de las
fuerzas. Tanto fue así que cada equipo se vio obligado a hacer dos
sustituciones por culpa de las lesiones.
En la prórroga todo
siguió igual, poco juego, mucha intensidad y algún acercamiento
tímido a la portería rival. Lo más sorprendente de los últimos
treinta minutos de partido fue que Markowski, el seleccionador
francés, cuando hizo su segunda sustitución retiró del campo a
Bosetti, quien, como ya habíamos dicho, había entrado en el terreno
de juego hacía una media hora. El joven francés, como era de
esperar se fue muy enfadado. Los cambios introducidos en la prórroga
de poco sirvieron. No hubo variaciones en el juego y con cero a cero
en el marcador se llegó al final del partido. Los penaltis
decidirían quién sería el nuevo campeón mundial Sub-20.
Francia, por medio
de Pogba, comenzaría lanzando. Gol. Velázquez y de Arrascaeta
estuvieron poco decididos y Areola detuvo los dos primeros
lanzamientos charrúas. Veretout y Ngando pusieron el 3-1 después de
que Olaza hubiese anotado el primer gol uruguayo en el tercer
lanzamiento de la tanda. Era el turno de Francia. Si Foulquier
anotaba, sería campeona. El galo cogió carrerilla y chutó a la
derecha del meta uruguayo que adivinó la intención del lanzador
pero su estirada no fue suficiente para desviar el disparo. Gol.
Francia se proclamaba campeona del mundo Sub-20 por primera vez en
su historia.
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